viernes, 23 de noviembre de 2007

Serruchando

Prometo no volver a mandar un mensaje si ella no lo ha hecho primero. Pero esto era una penúltima bala. Tenía que gastarla. La última siempre queda en la recámara.

Las relaciones comienzan siendo una cuerda de la que se tira y se suelta. Es una virtud saber exactamente cuándo y hasta dónde podemos tirar o soltar. Si te pasas, estás jodido. Esta vez creo que no me he equivocado al escribir un escueto mensaje de preocupación o sorpresa: "¿estás bien? has desaparecido".

Como la esperanza es lo último que se pierde, a lo mejor perdió el móvil. Es gracioso cómo buscamos excusas y se nos ocurren las más inverosímiles. En este caso, si de verdad lo hubiera perdido, no sería algo especialmente raro. Pero otras veces nos montamos una historia ¡que no pasa ni en las telenovelas! Bajo presión, la imaginación se dispara. Es comprensible, te sientes más seguro viviendo bajo un techo de excusas.

En todo caso me gusta eso de "serruchar". Es lo más probable. Y es cierto que las oportunidades se cazan al vuelo. Muchas veces, por miedo al fracaso, no damos el último paso. "Ya habrá otro momento". Y puede que no sea así. La atracción que sentimos no es total o absoluta. Varía de un día a otro, sobre todo cuando no conoces a la persona. Quizá vaya todo perfecto, hasta que dice algo que no te gusta nada. Y, puesto que la conoces, prefieres no seguir intentándolo. Hay que coger el toro por los cuernos. Por si no vuelve.


Bueno... las caricias parecen un gesto normalmente inequívoco, pero te recordaré una canción de Jarabe de Palo . Dice así:

Como quieres ser mi amiga
si por ti me perdería,
si confundo tus caricias
con camelos si me mimas...

No hace falta que añada más, ¿no?.

No hay comentarios:

 
Add to Technorati Favorites