miércoles, 14 de noviembre de 2007

La cara de tonto y las manos frías

Lo peor de que al final siempre consigáis lo que queráis es la cara de tonto que se te queda. La chica te está tomando el pelo y lo sabes. Pero una especie de fuerza de imbecilidad te lleva a no hacer absolutamente nada en su contra. Que quiere que le lleves tres maletas a la otra punta de la ciudad, ahí estás tú. Que se va a casa y "es que está muy lejos de la parada de autobús, acompáñame", ahí estás tú. No nos merecemos el aplauso por cenutrios, pero alguna clase de reconocimiento sí debería de haber.

Dicen que esto no te dura toda la vida, ni con todas las personas, y que de repente un día te puede la hartura y la desilusión -cuesta aprender que el mundo no es perfecto- y entonces ni llevas maletas, ni acompañas a nadie... hasta que vuelves a enamorarte.

Yo no me fijo en las manos a no ser que llamen la atención. Es como si alguien dice que el peinado no le importa. Claro, si una chica se rapa la cabeza puede que eso no te guste. Y sigues sin darle importancia al peinado, pero hay límites.

Una chica con las uñas de color rojo pasión normalmente irá acompañada por una vestimenta acorde no ya en la tonalidad, sino en el estilo. Y puede que el conjunto no me convenza. Si sólo fueran las uñas... bien, ¡no sabría qué decir!

Creo que las mujeres se fijan más en las manos que los hombres. Por eso le dan importancia al aspecto de las suyas, porque creen que nosotros hacemos lo mismo. Y va a ser que no. Pero la pregunta es, ¿por qué las chicas se fijan en las manos? ¿por qué son "una carta de presentación eminente"? ¿qué cualidades se transmiten a través de ellas?

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