sábado, 8 de diciembre de 2007

La educación no se compra

Hasta hace unos días contaba la historia por la cual pensaba que todos nos habíamos vuelto locos. Finalmente tuvo un desenlace decepcionante pero lógico; existía una explicación. Para lo que pasó ayer me cuesta más encontrarla. Primero he de decir que no sé la idea que he podido transmitir hasta ahora, pero no tengo especial dificultad para ser conquistador cuando toca serlo. Aunque es cierto que es más fácil no equivocarse cuando se intenta actuar tras evidencias, si bien a veces se quedan en simples sospechas y eso obliga a lanzarse a la aventura.

Lo de ayer eran hechos manifiestos. A saber: un amigo escribe a una chica que conoció hace tiempo en una discoteca. Una vez quedaron, les fue bien pero por diferentes causas no volvieron a verse. Una vez recuperado el contacto, intenta la aproximación y le pregunta durante la noche si ella había salido. La chica llama, le dice que está en otra parte de la ciudad con sus amigas y nos invita a ir para allá. Le da señas inequívocas para encontrar un bar irlandés. Nos pide calma, todavía está aparcando. Llegamos en taxi cuando ha pasado media hora de esta conversación. Buscamos el bar pero no existe. Estamos en el sitio indicado y no hay ninguna taberna irlandesa. En realidad ella no había estado nunca allí, lo conocía por sus amigas. La llamamos para corregir el malentendido (donde se hubiera producido) pero no contesta. Ni una, ni dos veces. Seguramente tenga el móvil en el bolso y tardará un poco en ver las llamadas perdidas. Le enviamos un mensaje: "No encontramos el irlandés. ¿Dónde estáis?". No supimos más de ella. Lo que faltaba de noche fue un desastre.


Esta chica tiene bastante dinero. Es lo que aquí llamamos una "pija", una "niña bien". Se expresa y se comporta cumpliendo los tópicos de este tipo de personas. Imagino que sus amigas también. Estoy convencido de que no sucedió nada extraño. En un principio le parecía una idea magnífica ver a mi amigo, esperando que hubiera algo más. Luego sus compañeras de fiesta le quitarían las ganas: "es una noche para nosotras, nada de conocidos". Y cedió sin mayor cavilación.

Esta clase de chicas se creen por encima del bien y del mal y ven a los hombres o a las demás personas en general como figurantes de sus vidas. Piensan que forman parte de un mundo con más dinero, un mundo mejor. Soy un idiota por no recodar que yo no bailo con princesas. En realidad ya habíamos vivido una noche parecida a la de ayer.


Hoy, hablando mi amigo y yo, y puesto que no había recibido ninguna clase de disculpa por uno u otro medio, decidíamos qué poner en un mensaje que al menos sirviera para desahogarnos. Se nos ocurrían barbaridades que se quedaron entre nosotros e ideas que queríamos transmitir y no podíamos por falta de espacio. Al final, le dijimos que el compromiso que adquirimos anoche era momentáneo y voluntario (ella fue la que nos pidió que fuéramos), que las formas son importantes y que lo mínimo exigible es un poco de educación. Pero en fin, si algo ha quedado después de todo es que la educación no se compra.

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