martes, 30 de octubre de 2007

El espíritu marinero

Dalith, creo que los tatuajes y en menor medida los piercings siguen conservando el espíritu de fugitivos y marineros del que hablas.

Por eso a mí no me gustan los tatuajes en una chica. Quizá me parezcan imponentes, quizá interprete que hablan demasiado de la persona. Tal vez sea una sensación de inferioridad; yo no sería capaz de hacérmelo pero ella sí.

Los piercings sin embargo parecen más accesibles. Es algo temporal, se necesita ser menos valiente, aunque también duela.

En todo caso resulta un signo de rebeldía (más o menos discreta) que luego se convierte en costumbre. Fíjate que en muchos trabajos no permiten llevarlos porque entienden que no encajan con la imagen de la compañía. Son prejuicios, pero cuando dependes de los clientes comprendo que generalmente sea más seguro ofrecer un estilo conservador.

Si yo tuviera que hacerme un tatuaje, me lo haría en la pierna. Y si fuera un piercing... en la ceja.

¿Y qué pasa cuando te encuentras piercings o tatuajes en los sitios que nadie ve? Da morbo, piensas que están pensados sólo para ese momento de pasión. Es una muestra explícita de que el sexo le preocupa, le interesa. Algo que no es tan evidente. Pero si hay más de un momento... no sé, me quedo con el aspecto original.

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